A medida que aumenta la presión, también aumenta el punto de ebullición del agua. Esto se debe a que una presión más alta impide que las moléculas de agua escapen al aire en forma de vapor, por lo que deben alcanzar una temperatura más alta para tener suficiente energía para superar el aumento de presión.
Por ejemplo, a una presión de 15 libras por pulgada cuadrada (psi), el punto de ebullición del agua es de aproximadamente 250°F (121°C). Ésta es la presión estándar utilizada en la mayoría de los autoclaves para esterilizar equipos de laboratorio e instrumentos médicos. A una presión de 30 psi, el punto de ebullición del agua es de aproximadamente 275°F (135°C).
Dado que el agua no puede cambiar su estado en un ambiente sellado hasta que se alcance la temperatura necesaria para superar la presión existente en el interior, la temperatura seguirá aumentando para satisfacer la energía necesaria para cambiar al estado gaseoso.