Cuando se combinan azufre y oxígeno, forman una variedad de compuestos, incluidos dióxido de azufre (SO2) y trióxido de azufre (SO3). El dióxido de azufre es un gas incoloro, irritante y de olor acre. Se produce por la combustión de combustibles fósiles y contribuye en gran medida a la contaminación del aire. El trióxido de azufre es un líquido incoloro, humeante y altamente corrosivo. Se utiliza en la producción de ácido sulfúrico, que es uno de los productos químicos industriales más importantes.