En su forma pura, el sodio es un metal blando, de color blanco plateado y muy reactivo. Es miembro del grupo de los metales alcalinos, lo que significa que tiene un electrón de valencia y es muy fácil de oxidar. El sodio es tan reactivo que debe almacenarse en un ambiente seco y hermético para evitar que reaccione con el oxígeno y la humedad del aire. Cuando se expone al aire, el sodio forma rápidamente una capa de óxido opaco en su superficie, que lo protege de una mayor oxidación.