1. Afinidad por la hemoglobina: El monóxido de carbono tiene una afinidad mucho mayor por la hemoglobina, la proteína transportadora de oxígeno en los glóbulos rojos, que el oxígeno. Esto significa que incluso pequeñas cantidades de monóxido de carbono pueden unirse a la hemoglobina e impedir que transporte oxígeno a las células. Esto puede provocar hipoxia, una condición en la que el cuerpo no tiene suficiente oxígeno y, en última instancia, la muerte.
2. Falta de olor y color: El monóxido de carbono es incoloro e inodoro, lo que dificulta su detección. Es posible que las personas no se den cuenta de que están expuestas al monóxido de carbono hasta que sea demasiado tarde. Por el contrario, el dióxido de carbono tiene un olor acre y los humanos pueden detectarlo fácilmente.
3. Fuentes de exposición: El monóxido de carbono es producido por muchas fuentes diferentes, incluidos automóviles, generadores, hornos, estufas y chimeneas. Las personas pueden estar expuestas al monóxido de carbono de estas fuentes en sus hogares, lugares de trabajo u otros entornos. El dióxido de carbono, por otro lado, se produce principalmente por la respiración humana y no es una fuente tan común de envenenamiento.
La intoxicación por monóxido de carbono es una emergencia médica grave y es importante buscar atención médica de inmediato si sospecha que alguien ha estado expuesto.