Por el contrario, las partículas de los líquidos se mantienen unidas gracias a fuerzas intermoleculares más débiles, lo que les permite moverse más libremente y escapar de la superficie más fácilmente. Por tanto, los líquidos tienen una mayor presión de vapor en comparación con los sólidos.
La presión de vapor de una sustancia está directamente relacionada con su temperatura. A medida que aumenta la temperatura, también aumenta la energía cinética de las partículas, lo que hace que se muevan más rápido y superen más fácilmente las fuerzas intermoleculares. Esto conduce a un aumento de la presión de vapor tanto de sólidos como de líquidos. Sin embargo, la presión de vapor de los líquidos aumenta a un ritmo más rápido en comparación con los sólidos al aumentar la temperatura debido a las fuerzas intermoleculares más débiles en los líquidos.
En resumen, las fuertes fuerzas intermoleculares en los sólidos en comparación con los líquidos dan como resultado una presión de vapor significativamente menor para los sólidos.