Limpieza: Antes de comprimir el hidrógeno, el gas debe estar purificado y libre de impurezas, incluidos vapor de agua, oxígeno e hidrocarburos, que pueden provocar riesgos para la seguridad. Para la purificación se utilizan tamices moleculares u otros sistemas de filtración.
Refrigeración: Por lo general, el hidrógeno se enfría casi a temperatura ambiente (alrededor de 25 grados Celsius) para facilitar la compresión y reducir el riesgo de ignición causado por las altas temperaturas. Esto se consigue mediante intercambiadores de calor o unidades de refrigeración.
Compresión: La compresión de hidrógeno implica el uso de compresores especializados diseñados para el manejo de gas a alta presión. Se utilizan dos tipos principales de compresores:
- Compresores alternativos: Estos compresores utilizan un pistón para comprimir el gas en un cilindro, similar al pistón de un motor. Son adecuados para compresión de presión baja a media.
- Compresores centrífugos: Estos compresores utilizan un impulsor giratorio de alta velocidad para aumentar la presión del hidrógeno mediante la fuerza centrífuga. Se utilizan para compresión a mayor presión.
A menudo se utiliza la compresión de múltiples etapas, donde el hidrógeno se somete a múltiples etapas de compresión para alcanzar la presión deseada. El interenfriamiento entre etapas se emplea para eliminar el calor generado durante la compresión.
Almacenamiento: El hidrógeno comprimido normalmente se almacena en recipientes o tanques de alta presión adecuados para contener el gas de forma segura. Estos recipientes están hechos de materiales resistentes como acero o materiales compuestos y diseñados para soportar la presión del hidrógeno comprimido.
Precauciones: La compresión de hidrógeno requiere un estricto cumplimiento de las pautas de seguridad debido a su alta inflamabilidad y potencial de explosión. Se implementan ventilación adecuada, sistemas de detección de fugas y protocolos de seguridad para minimizar los riesgos durante el proceso de compresión.