El agua salada hierve a una temperatura más alta que el agua sin sal. Esto se debe a que las partículas de sal disueltas en el agua interfieren con la capacidad de las moléculas de agua para escapar del líquido y convertirse en gas. En términos más simples, al agua le resultará más difícil hervir a medida que aumenta el punto de ebullición debido a la concentración de sal.