Sin embargo, la velocidad a la que se mueven las gotas depende de factores específicos. Uno de estos factores es la rugosidad de la superficie. Las superficies más lisas tienden a promover un movimiento más rápido en comparación con las superficies más rugosas, ya que es más probable que la capa continua de gas se vea alterada por irregularidades en las superficies rugosas.
La bolsa de vapor también desempeña un papel decisivo en el efecto Leidenfrost. Si una gota es demasiado pequeña, es posible que no tenga suficiente masa para sostener un colchón de vapor estable, mientras que una gota que es demasiado grande puede tener demasiada inercia y romper la capa de vapor a medida que se mueve. El tamaño ideal para un movimiento rápido depende de la temperatura de la superficie, las propiedades del líquido y la rugosidad de la superficie.
Además, el movimiento de la gota puede verse afectado por fuerzas gravitacionales. Por ejemplo, en la Tierra, la gota tiende a moverse en la dirección de la inclinación o pendiente, ya que la gravedad ayuda a empujarla hacia abajo.
Al manipular estos factores, es posible lograr una variedad de velocidades de movimiento para las gotas de Leidenfrost sobre superficies aceitosas calientes. Estas dinámicas de movimiento son relevantes en diversas aplicaciones industriales y tecnológicas, como mejorar la transferencia de calor, controlar las gotas de líquido en microfluidos y diseñar superficies autolimpiantes. Comprender esta dinámica puede ayudar a optimizar dichas aplicaciones y explorar más oportunidades en el campo de las interacciones líquido-vapor en superficies calentadas.