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    Cómo aprende el cerebro a ver
    Infancia:Construyendo las bases de la visión

    La visión es uno de los sentidos más críticos para los humanos, ya que nos permite percibir nuestro entorno, captar objetos, reconocer rostros y experimentar la belleza del mundo. Pero, ¿cómo aprende nuestro cerebro a ver?

    El viaje del desarrollo visual comienza en la infancia, incluso antes del nacimiento. Durante el embarazo, la retina del bebé comienza a formarse y comienza el cableado de la vía visual desde los ojos hasta el cerebro.

    - Nacimiento a 3 meses:

    Los recién nacidos pueden ver, pero su visión sigue siendo borrosa. Son más sensibles al brillo que al color.

    - 4 a 8 Meses:

    La agudeza visual de los bebés mejora rápidamente y empiezan a ver los objetos con mayor claridad. También comienzan a reconocer rostros y a desarrollar una percepción de profundidad.

    - 9 a 12 Meses:

    En ese momento, los bebés pueden ver casi tan bien como los adultos. Pueden reconocer objetos familiares, diferenciar colores y seguir objetos en movimiento.

    Infancia:explorar y perfeccionar

    Durante la infancia, el desarrollo visual continúa refinándose y el cerebro de los niños sufre cambios significativos.

    - 2 a 6 Años:

    La visión de los niños se estabiliza y obtienen un mejor control sobre los movimientos oculares. También desarrollan la coordinación visomotora, fundamental para coger objetos y dibujar.

    - 6 a 12 Años:

    El cerebro de los niños se vuelve más eficiente en el procesamiento de información visual, lo que les permite leer con fluidez, apreciar el arte y comprender escenas visuales complejas.

    Adolescencia y más allá:ajustes y adaptación

    Si bien el sistema visual madura en su mayor parte al final de la niñez, algunos refinamientos continúan hasta la adolescencia e incluso la edad adulta temprana. El cerebro continúa adaptando y afinando su procesamiento visual en función de las experiencias y el aprendizaje.

    Cómo la experiencia da forma a la visión

    Nuestra experiencia visual juega un papel importante en la configuración de cómo nuestro cerebro aprende a ver. Este fenómeno, conocido como adaptación visual o plasticidad, resalta la notable capacidad del cerebro para modificar y fortalecer sus vías neuronales en función de los estímulos visuales que encontramos.

    - Agudeza visual:

    Por ejemplo, si realizamos habitualmente actividades como la lectura o deportes que requieren un enfoque visual preciso, nuestro cerebro puede afinar nuestra agudeza visual, mejorando la agudeza y claridad de nuestra visión.

    - Ambliopía y Estrabismo:

    La plasticidad visual también tiene implicaciones para comprender afecciones como la ambliopía (ojo vago) y el estrabismo (ojos desalineados). La intervención temprana para tales afecciones durante la infancia puede ayudar al cerebro a reconfigurar sus vías neuronales y mejorar la función visual.

    - Aprendizaje visual:

    El aprendizaje y la formación de la memoria también influyen en la percepción visual. Cuanto más interactuamos con estímulos visuales como palabras, imágenes y objetos, más fuertes se vuelven las conexiones entre las neuronas de nuestra corteza visual, lo que lleva a un mejor reconocimiento y comprensión de estas señales visuales.

    Conclusión:

    El proceso mediante el cual nuestro cerebro aprende a ver es un viaje fascinante que abarca la infancia, la niñez y la adolescencia, en el que nuestras experiencias moldean y refinan continuamente nuestras capacidades visuales. Desde la visión borrosa inicial de la infancia hasta la visión refinada y adaptativa que desarrollamos como adultos, los intrincados mecanismos del cerebro aseguran que percibamos e interactuemos con el mundo en todo su vibrante esplendor.

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