Si bien ciertas estructuras sociales pueden haber exhibido ciertos niveles de igualdad de género que no necesariamente corresponden a las normas sociales actuales, la suposición de que tiempos pasados eran en general más igualitarios de género carece de suficiente respaldo probatorio. En muchos casos históricos, las sociedades tenían jerarquías y normas profundamente arraigadas que favorecían a los hombres y discriminaban a las mujeres en términos de derechos, movilidad social, educación, empleo, autonomía reproductiva, toma de decisiones políticas y leyes sucesorias. Si bien se reconocen focos de igualdad de género que pueden haber existido, es importante analizar la historia con cautela para evitar romantizar el pasado y pasar por alto sus desigualdades.