La atmósfera de Venus es increíblemente densa y caliente, con una temperatura superficial superior a 800 grados Fahrenheit. La atmósfera gruesa atrapa el calor, lo que hace que Venus sea el planeta más caliente de nuestro sistema solar.
Las nubes que cubren Venus están formadas principalmente de gotas de ácido sulfúrico. Estas nubes reflejan la luz del sol en el espacio, haciendo que Venus parezca increíblemente brillante en el cielo.