En realidad, todos los planetas conocidos son finitos en tamaño y masa. La Tierra, por ejemplo, tiene un diámetro finito de aproximadamente 12.742 kilómetros (7.918 millas) y una masa finita de aproximadamente 5.972 x 10^24 kilogramos (1.317 x 10^25 libras). Sin embargo, cuando los planetas se consideran en el contexto de simulaciones o estudios teóricos a gran escala, puede ser conveniente asumir que son finitos para que los cálculos sean más manejables.
Al introducir una suposición de planeta finito, los científicos pueden simplificar las ecuaciones de movimiento y reducir la complejidad computacional de la simulación de sistemas planetarios. Esto puede resultar especialmente útil al estudiar sistemas con una gran cantidad de planetas o al investigar la evolución a largo plazo de las órbitas planetarias.
Es importante señalar que la suposición de que el planeta es finito es una aproximación y puede que no siempre sea precisa para describir los sistemas planetarios del mundo real. En ciertos casos, el tamaño y la masa finitos de los planetas pueden tener efectos significativos en sus interacciones y dinámicas, que tal vez deban tenerse en cuenta para un modelado más preciso.