No hay una respuesta definitiva sobre el color original de la Luna. Se ha sugerido que la Luna pudo haberse originado como un cuerpo rojizo, debido a la presencia de óxido de hierro (óxido) en las rocas de su superficie. Sin embargo, con el tiempo, la Luna ha estado expuesta a diversos procesos que han alterado su superficie, incluidos impactos, erosión espacial y vulcanismo. Es probable que estos procesos hayan contribuido a la apariencia actual de la Luna, que se caracteriza por una gama de colores que incluyen gris, blanco y marrón claro.