La precesión es causada principalmente por el cambio lento de dirección del eje de rotación de la Tierra, como una peonza. Este movimiento está influenciado por la influencia gravitacional del Sol y la Luna sobre el abultamiento ecuatorial de la Tierra.
Como resultado de la precesión, las posiciones de las constelaciones parecen moverse hacia el oeste con respecto al horizonte durante largos períodos. Esto significa que las constelaciones visibles en un lugar particular de la Tierra en un momento específico del año hace 2000 años ya no serían visibles en la misma posición hoy.
Por ejemplo, la estrella Polar (parte de la constelación de la Osa Menor), que actualmente es nuestra Estrella Polar, no siempre estuvo en esta posición. Hace unos 5.000 años, la estrella Thuban (parte de Draco) era la Estrella Polar. En el futuro, la estrella Polar eventualmente se alejará del polo norte celeste y otra estrella ocupará su lugar.
La precesión de los equinoccios tiene un ciclo completo de aproximadamente 26.000 años. Durante este período, las posiciones de las constelaciones completan gradualmente un círculo completo en el cielo.
Este fenómeno astronómico tiene implicaciones culturales e históricas. Las civilizaciones antiguas utilizaban constelaciones para la navegación celeste, el cronometraje y la narración cultural. El cambio de constelaciones a lo largo del tiempo influyó en cómo las diferentes culturas interpretaron el cielo nocturno y desarrollaron mitos y calendarios celestiales.