1. Densidad del aire: La densidad del aire disminuye con la altitud, lo que significa que hay menos aire para que los rotores del helicóptero empujen para generar sustentación. Esta pérdida de sustentación hace que al helicóptero le resulte más difícil mantener la altitud y la maniobrabilidad.
2. Potencia del motor: Los motores de los helicópteros producen menos potencia a mayores altitudes debido a la menor densidad del aire. Esto significa que el helicóptero debe trabajar más para mantener su altitud y velocidad, lo que puede provocar un mayor consumo de combustible y tensión del motor.
3. Glaseado: A grandes altitudes, la temperatura suele ser inferior al punto de congelación, lo que puede provocar formación de hielo en los rotores del helicóptero, el rotor de cola y otras superficies expuestas. Esto puede afectar significativamente el rendimiento y las características de manejo del helicóptero, haciéndolo más difícil de controlar.
4. Condiciones climáticas: Los entornos de gran altitud a menudo experimentan fuertes vientos, turbulencias y otras condiciones climáticas adversas, lo que puede dificultar que los helicópteros vuelen de manera segura y eficiente.
5. Factores humanos: Operar un helicóptero a gran altura requiere capacitación y experiencia especializadas debido a los desafíos y riesgos únicos que implica. Los pilotos deben poder gestionar los efectos de la hipoxia (falta de oxígeno), las bajas temperaturas y la fatiga, que pueden perjudicar su toma de decisiones y sus tiempos de reacción.
Por estas razones, las operaciones de helicópteros a altitudes superiores a 6.000 m generalmente se limitan a misiones especializadas, como rescate en montaña, búsqueda y rescate y operaciones militares, donde los beneficios superan los riesgos.