Los pelos están conectados a células sensoriales que envían señales eléctricas al cerebro del ciempiés. Luego, el cerebro interpreta estas señales y determina si el ciempiés debe acercarse o alejarse de la fuente de luz. Esta capacidad de sentir la luz es importante para los ciempiés porque les ayuda a encontrar hábitats adecuados y evitar a los depredadores.
Además de sus pelos sensibles a la luz, algunos ciempiés también tienen células fotorreceptoras en el cerebro. Estas células son similares a las células fotorreceptoras de los ojos de otros animales y pueden detectar cambios en la intensidad y el color de la luz. Esto permite a los ciempiés distinguir entre diferentes fuentes de luz, como la luz del sol y la luz de la luna.
La combinación de pelos sensibles a la luz y células fotorreceptoras les da a los ciempiés una capacidad sorprendentemente sofisticada para detectar y responder a la luz. Esta capacidad es esencial para su supervivencia en la naturaleza y es un testimonio de la asombrosa diversidad de adaptaciones sensoriales en el reino animal.