Se predijo que la temporada de huracanes del Atlántico de 2006 tendría una actividad inferior a la normal. Sin embargo, la actividad real superó con creces las previsiones de pretemporada. Si bien las razones no se comprenden completamente, se descubrió que fuertes concentraciones de polvo volaron frente a la costa occidental de África sobre el Océano Atlántico en junio y julio. Se supone que esta capa de polvo ha creado un escudo que impide que los rayos del sol lleguen al agua cálida necesaria para que los huracanes se desarrollen rápidamente.