A medida que la protoestrella continúa contrayéndose bajo su gravedad, se calienta, iniciando una serie de reacciones de fusión nuclear. Esto desencadena un cambio químico drástico:la conversión de hidrógeno en helio. Este evento representa el nacimiento de una estrella, y la liberación de enormes cantidades de energía hace que el gas y el polvo sobrantes sean expulsados de la estrella central. El material restante eventualmente se condensa formando planetas, lunas y otros cuerpos celestes.
Ahora bien, respecto a la pregunta concreta de si nuestro sistema solar también ha experimentado un cambio químico tan drástico, la respuesta es sí. Las estrellas se forman mediante este proceso, y nuestro Sol se originó como una protoestrella dentro de una nube arremolinada de gas y polvo. A medida que ganó masa y se comprimió bajo la gravedad, nuestro Sol inició la fusión nuclear, transformando el hidrógeno en helio y marcando su transformación en una estrella de pleno derecho. Posteriormente, el material sobrante se acumuló y formó todos los cuerpos celestes que componen nuestro sistema solar.