El 29 de marzo de 2019, un cohete Soyuz que transportaba una nave de carga no tripulada a la Estación Espacial Internacional se desintegró poco después de despegar desde Kazajstán. Los restos del cohete, incluido el barco, se esparcieron por una amplia zona del país de Asia central, incluidas zonas remotas del país. Se informó que los escombros iluminaron el cielo, y en línea circularon informes e incluso videos del incidente.
Sin embargo, a pesar de cierta confusión inicial, los funcionarios espaciales rusos confirmaron rápidamente que el objeto no era un OVNI, sino restos del fallido lanzamiento del cohete. El incidente sirve como recordatorio de los peligros potenciales de la exploración espacial y las complejidades involucradas en lanzamientos y misiones espaciales exitosos.