Se prevé que la misión Artemis 1 de la NASA será un hito en la historia de la exploración espacial, que podría marcar el comienzo de una nueva era de exploración lunar sostenida. Será un paso significativo hacia el objetivo final de la NASA de establecer una presencia humana sostenible en la Luna. Sin embargo, el precio astronómico del programa ha generado críticas, y algunos expertos cuestionan la justificación de una inversión pública tan amplia.
La NASA sostiene que el cohete SLS y la nave espacial Orion representan la culminación de la tecnología de vanguardia y la mejor oportunidad para un regreso exitoso a la Luna. Sostienen que los costes exorbitantes del programa están justificados por sus ambiciosos objetivos y la necesidad de desarrollar nuevos sistemas para la exploración del espacio profundo. La NASA enfatiza el valor de las contribuciones potenciales del programa al conocimiento científico y al avance tecnológico, al tiempo que subraya su importancia estratégica para mantener el dominio de Estados Unidos en la exploración espacial.
Los críticos del programa Artemis, por otro lado, sostienen que la estrategia de la NASA es anticuada, burocrática y costosa. Argumentan que la agencia se ha vuelto inflada e ineficiente, lo que ha resultado en una falta de innovación y en una incapacidad para seguir el rápido ritmo de los avances en el sector espacial privado. Los críticos afirman que la NASA debería adoptar un enfoque más orientado a la asociación, confiando en la creatividad y la rentabilidad de empresas como SpaceX y Blue Origin para lograr sus objetivos de exploración lunar.
Además, los críticos argumentan que la estrategia de la NASA se basa en tecnología obsoleta, como el Sistema de Lanzamiento Espacial, cuyo desarrollo, según afirman, es demasiado costoso y requiere mucho tiempo. Sostienen que utilizar vehículos de lanzamiento probados y rentables de empresas privadas, como el Falcon Heavy de SpaceX, sería una opción más prudente. El incumplimiento por parte de la NASA de los plazos debido a dificultades técnicas y de gestión también ha sido fuente de críticas, y sus oponentes sostienen que un cambio hacia asociaciones privadas permitiría una mayor agilidad y flexibilidad.
La controversia Artemisa pone de relieve el conflicto fundamental entre el papel tradicional de la NASA como líder en la exploración espacial y el surgimiento de corporaciones espaciales privadas. A medida que las empresas privadas ganan en competencia y rentabilidad, queda por ver si la NASA podrá mantener su preeminencia sin una reorientación significativa de sus operaciones y asociaciones. El éxito o el fracaso de la misión Artemis 1 puede influir en las decisiones futuras con respecto a la estrategia de la NASA y la colaboración con iniciativas espaciales privadas.