Entonces, ¿qué pasó? ¿Por qué Venus se convirtió en un infierno infernal mientras la Tierra florecía hasta convertirse en un refugio para la vida?
Hay una serie de factores que contribuyeron a la transformación de Venus. Uno es su proximidad al sol. Venus está aproximadamente un 30% más cerca del Sol que la Tierra, lo que significa que recibe más radiación solar. Esta radiación adicional calienta la atmósfera y la superficie de Venus, haciéndola mucho más caliente que la Tierra.
Otro factor es la falta de agua de Venus. La Tierra está cubierta de océanos, que ayudan a regular la temperatura y el clima. Venus, por el contrario, tiene muy poca agua. Esto significa que no hay nada que absorba el calor del sol, por lo que simplemente se acumula y hace que el planeta esté cada vez más caliente.
Finalmente, la atmósfera de Venus es muy espesa y densa. Esta atmósfera atrapa el calor, lo que dificulta aún más que Venus se enfríe.
Como consecuencia de estos factores, Venus es un planeta muy inhóspito para la vida. Hace demasiado calor, demasiado seco y la atmósfera es demasiado espesa. Ninguna forma de vida conocida podría sobrevivir en tales condiciones.
Por el contrario, la Tierra es un planeta muy hospitalario para la vida. Tiene una temperatura moderada, mucha agua y una atmósfera relativamente delgada. Estas condiciones hacen de la Tierra un lugar ideal para que prospere la vida.
Es posible que Venus alguna vez fuera un planeta más parecido a la Tierra. Pudo haber tenido océanos, un clima más templado y una atmósfera más propicia para la vida. Sin embargo, con el tiempo, la proximidad de Venus al sol, su falta de agua y su espesa atmósfera contribuyeron a su transformación en un mundo cálido, seco y sin vida.