Según los expertos, la velocidad máxima de carrera de un velocista olímpico es de aproximadamente 10 metros por segundo. Por el contrario, la onda expansiva inicial de una gran explosión puede viajar a velocidades superiores a los 1.000 metros por segundo. Esta diferencia de velocidad indica que escapar de la onda expansiva es prácticamente imposible para un ser humano.
Incluso si una persona se encuentra a una distancia considerable del epicentro de la explosión, la onda de choque aún puede causar lesiones graves o la muerte. La intensidad de la onda de choque disminuye con la distancia, pero puede seguir siendo peligrosa incluso a distancias considerables de la explosión.
Además, la onda expansiva no es el único peligro asociado con las explosiones. Los escombros, los fragmentos y el calor extremo pueden representar amenazas importantes para las personas atrapadas en las proximidades de una explosión. Por lo tanto, es fundamental dar prioridad a la búsqueda de refugio y protección en lugar de intentar escapar de una explosión.
En resumen, evitar una explosión generalmente no es factible debido a la increíblemente alta velocidad de la onda expansiva. Buscar cobertura o refugio inmediato es el curso de acción más recomendable en tales situaciones para minimizar el riesgo de lesiones o daños.