Las nanoemulsiones son un tipo de emulsión que tiene un tamaño de gota inferior a 100 nanómetros. Por lo general, se elaboran mezclando dos líquidos inmiscibles, como aceite y agua, con la ayuda de un tensioactivo. Las nanoemulsiones tienen una serie de ventajas sobre las emulsiones tradicionales, incluida una mayor estabilidad, claridad y biodisponibilidad.
En los últimos años, se ha explorado cada vez más el uso de nanoemulsiones como sistemas de administración de vacunas. Esto se debe al hecho de que las nanoemulsiones pueden mejorar la estabilidad de las vacunas, protegerlas de la degradación y dirigirlas a células o tejidos específicos.
Actualmente, varias vacunas basadas en nanoemulsiones se encuentran en ensayos clínicos o han sido aprobadas para su uso. Por ejemplo, la vacuna NanoFlu, cuyo uso está aprobado en Europa, es una vacuna contra la gripe basada en nanoemulsiones que ha demostrado ser más eficaz que las vacunas tradicionales contra la gripe.
Otras vacunas basadas en nanoemulsiones que se están desarrollando incluyen vacunas contra el VIH, la malaria y la tuberculosis. Estas vacunas aún se encuentran en las primeras etapas de desarrollo, pero son muy prometedoras para mejorar la prevención y el tratamiento de estas enfermedades.
Además de su potencial como sistemas de administración de vacunas, también se están explorando las nanoemulsiones para su uso en otras aplicaciones biomédicas, como la administración de fármacos, la terapia génica y la ingeniería de tejidos. Las nanoemulsiones ofrecen una serie de ventajas sobre los sistemas tradicionales de administración de fármacos, incluida una mayor biodisponibilidad, una toxicidad reducida y una administración dirigida.
A medida que continúe la investigación, es probable que las nanoemulsiones desempeñen un papel cada vez más importante en el desarrollo de vacunas nuevas y mejoradas y otras terapias biomédicas.