Estudios in vitro: Los investigadores realizan experimentos utilizando cultivos celulares o modelos de tejidos para observar los efectos directos de las nanopartículas en las células vivas. Estos estudios pueden proporcionar información sobre la toxicidad, la absorción y las interacciones de las nanopartículas con los componentes celulares.
Estudios en animales: Se utilizan modelos animales, como ratones o ratas, para evaluar los efectos sistémicos de las nanopartículas. Estos estudios investigan la distribución, el metabolismo y los impactos a largo plazo de las nanopartículas en el contexto de todo el organismo.
Modelado computacional: Se emplean simulaciones por computadora y modelos matemáticos para predecir el comportamiento y las interacciones de las nanopartículas a nivel molecular y celular. Estos modelos pueden ayudar a comprender procesos como el transporte de nanopartículas, las afinidades de unión y la cinética de reacción.
Evaluación toxicológica: Las nanopartículas se evalúan por su toxicidad potencial utilizando métodos toxicológicos estándar. Esto implica estudiar los efectos de diferentes concentraciones de nanopartículas sobre la viabilidad celular, el estrés oxidativo, la inflamación y otros criterios de valoración de toxicidad.
Caracterización fisioquímica: La caracterización exhaustiva de las nanopartículas es crucial para comprender su comportamiento. Propiedades como el tamaño, la forma, la carga superficial y la composición son factores importantes que influyen en las interacciones de las nanopartículas con los sistemas biológicos.
Estudios de biodistribución y liquidación: Estos estudios rastrean la distribución de nanopartículas en el cuerpo después de su administración. Ayudan a determinar los órganos o tejidos que acumulan nanopartículas y las rutas de su excreción o eliminación.
Estudios de seguridad a largo plazo: Las nanopartículas pueden tener efectos a largo plazo que pueden no ser evidentes en estudios a corto plazo. La realización de estudios de toxicidad a largo plazo es esencial para evaluar los posibles riesgos para la salud asociados con la exposición crónica a nanopartículas.
Se siguen pautas y estándares regulatorios para garantizar la seguridad de las nanopartículas antes de que se apruebe su uso en productos de consumo o aplicaciones médicas. La combinación de estudios experimentales, modelos computacionales y caracterizaciones rigurosas ayuda a los investigadores y reguladores a realizar predicciones informadas sobre el comportamiento de las nanopartículas en el cuerpo humano.