1. Sistema respiratorio :La inhalación es una ruta común de exposición a las nanopartículas, especialmente aquellas presentes en aerosoles o partículas de polvo. Las nanopartículas pueden llegar a los pulmones, donde pueden depositarse en el tracto respiratorio e interactuar con las células pulmonares.
2. Tracto gastrointestinal :Los nanomateriales pueden ingerirse a través de alimentos, bebidas o superficies contaminadas. Pueden pasar a través del tracto gastrointestinal y potencialmente interactuar con las células intestinales o ser absorbidos en el torrente sanguíneo.
3. Piel: Los nanomateriales pueden entrar en contacto con la piel mediante aplicación directa, como en protectores solares o cosméticos, o mediante exposición accidental. Dependiendo de su tamaño y propiedades, las nanopartículas pueden penetrar la piel y alcanzar los tejidos subyacentes.
4. Corriente sanguínea: Algunas nanopartículas pueden ingresar al torrente sanguíneo mediante absorción desde los pulmones, el tracto gastrointestinal o la piel. Una vez en el torrente sanguíneo, las nanopartículas pueden circular y llegar a diversos órganos y tejidos de todo el cuerpo.
5. Ganglios linfáticos: Los nanomateriales pueden transportarse a los ganglios linfáticos, donde pueden interactuar con las células inmunitarias y potencialmente desencadenar respuestas inmunitarias.
6. Órganos y Tejidos: Los nanomateriales pueden acumularse en órganos o tejidos específicos, dependiendo de sus propiedades fisicoquímicas y de sus interacciones con barreras biológicas. Algunos de los órganos diana comunes incluyen el hígado, los riñones, el bazo, el corazón y el cerebro.
La distribución general y el destino de los nanomateriales en el cuerpo pueden influir en su posible toxicidad y efectos biológicos. Es importante realizar evaluaciones de seguridad exhaustivas y comprender los riesgos potenciales asociados con nanomateriales específicos para mitigar las consecuencias no deseadas y garantizar su uso seguro.