Los países más ricos no son necesariamente los más inteligentes. Si bien existe una correlación entre la riqueza y algunas medidas de inteligencia, como el nivel educativo y las puntuaciones de coeficiente intelectual, existen otros factores que contribuyen a la riqueza y la inteligencia de un país. Por ejemplo, los recursos naturales, la estabilidad política y las políticas económicas pueden desempeñar un papel importante en la riqueza de un país. Además, algunos de los países más inteligentes del mundo no son necesariamente los más ricos, como Japón, Corea del Sur y Singapur.