La Luna no tiene atmósfera, por lo que no está protegida de la radiación del Sol. Esto significa que el lado de la Luna que mira hacia el Sol puede alcanzar temperaturas de hasta 250 grados Fahrenheit (120 grados Celsius), mientras que el lado de la Luna que mira hacia el Sol puede alcanzar temperaturas de -233 grados Fahrenheit ( -148 grados centígrados). Esta diferencia de temperatura puede hacer que las rocas de la Luna se expandan y contraigan, lo que puede provocar terremotos lunares.