En este estado, las funciones no esenciales y que no ponen en peligro la vida, como las digestiones, se interrumpen momentáneamente mientras nuestros cuerpos nos preparan para afrontar la situación estresante. Para algunas personas, este estrés también puede desencadenar un síncope vasovagal, mediante el cual uno se desmaya debido a una caída drástica y momentánea de la frecuencia cardíaca y la presión arterial baja. Aunque el desagradable síncope vasovagal se resuelve por sí solo con bastante rapidez.