Las fuentes públicas de la antigua Roma no funcionaban sin ninguna fuente de agua. Formaban parte de un sofisticado sistema de suministro de agua llamado acueductos. Los acueductos eran grandes canales que transportaban agua desde fuentes lejanas, como montañas, ríos o lagos, hasta la ciudad de Roma. El agua circulaba por los acueductos por gravedad y luego se distribuía a diversas fuentes públicas, baños y viviendas particulares a través de una red de tuberías y canales subterráneos.