Cuando un niño persigue una pelota, dos fuerzas principales actúan sobre él:
1. La fuerza de gravedad que empuja al niño hacia el suelo.
2. La fuerza de los músculos del niño que lo empuja hacia adelante.
Para que el niño mantenga una rapidez constante, estas dos fuerzas deben ser iguales en magnitud y opuestas en dirección. Sin embargo, mientras el niño persigue la pelota, cambia constantemente de velocidad y dirección, lo que significa que las fuerzas que actúan sobre él también cambian constantemente. Por tanto, el niño que persigue la pelota no es un ejemplo de fuerza equilibrada.