Cuando se establece una diferencia de voltaje, o diferencia de potencial, entre dos puntos de un conductor, como un cable, se crea un campo eléctrico entre esos puntos. Este campo eléctrico ejerce una fuerza sobre los electrones libres dentro del conductor, impulsándolos hacia el punto de menor potencial. El movimiento de estos electrones constituye una corriente eléctrica.
En los metales, que se utilizan comúnmente como conductores en cables, los electrones más externos de los átomos están débilmente unidos y pueden moverse libremente dentro del material. Estos electrones débilmente unidos, conocidos como electrones libres o electrones de conducción, pueden desprenderse fácilmente de sus átomos originales y volverse móviles. Cuando se aplica un campo eléctrico, estos electrones libres son acelerados por el campo y se desplazan hacia el terminal positivo, transportando una corriente eléctrica a través del cable.
El flujo de electrones en un cable es análogo al flujo de agua en una tubería. Así como las moléculas de agua se mueven a través de una tubería cuando se crea una diferencia de presión, los electrones se mueven a través de un cable cuando se establece una diferencia de voltaje. La intensidad del campo eléctrico, análoga a la diferencia de presión en la tubería de agua, determina la magnitud de la corriente que fluye a través del cable.
El flujo de corriente eléctrica en un cable es esencial para el funcionamiento de diversos dispositivos y sistemas eléctricos. Permite la transmisión de energía eléctrica desde fuentes de energía, como baterías o centrales eléctricas, a cargas, como luces, motores y dispositivos electrónicos. Controlando el voltaje y la corriente en un circuito, es posible regular el funcionamiento de estos dispositivos y sistemas.