Los sistemas cerrados se utilizan a menudo para modelar sistemas que están en equilibrio o sistemas que no cambian con el tiempo. Por ejemplo, se podría utilizar un sistema cerrado para modelar un gas en un recipiente sellado. El gas no podría escapar del recipiente y la presión y temperatura del gas no cambiarían con el tiempo.
Los sistemas cerrados también se pueden utilizar para modelar sistemas que no están en equilibrio, pero que todavía no intercambian materia con su entorno. Por ejemplo, se podría utilizar un sistema cerrado para modelar una reacción química. Los reactivos y productos de la reacción no podrían escapar del sistema, pero las concentraciones de los reactivos y productos cambiarían con el tiempo.
Los sistemas cerrados son una herramienta importante para comprender el comportamiento de sistemas que no están en equilibrio. Se pueden utilizar para modelar una variedad de sistemas, desde reacciones químicas hasta procesos biológicos.