La misión Deep Impact de la NASA utilizó varios instrumentos para medir la profundidad del impacto creado por la colisión entre su impactador y el cometa Tempel 1. Los rayos X no fueron uno de los métodos empleados. En cambio, la misión se basó principalmente en observaciones de luz visible e infrarroja. Las imágenes de luz visible fueron capturadas por una cámara a bordo de la nave espacial Deep Impact, proporcionando información detallada sobre el tamaño y la morfología del cráter de impacto. Las mediciones infrarrojas se obtuvieron mediante el uso de espectrómetros, que analizaron la radiación térmica emitida por el lugar del impacto para determinar su temperatura y profundidad. Además, la misión utilizó técnicas de radiociencia para medir cómo el campo gravitacional del cometa se vio afectado por el impacto, proporcionando información sobre los cambios estructurales causados por la colisión.