La tradición de estrechar la mano se ha considerado durante mucho tiempo un lenguaje universal que trasciende las fronteras culturales y geográficas. Significa una conexión entre individuos, transmite un sentido de respeto e igualdad y sirve como una forma de comunicación no verbal. Sin embargo, la actual pandemia de COVID-19 ha puesto en duda la seguridad de este gesto aparentemente inofensivo.
El contacto físico cercano que implica un apretón de manos plantea un riesgo de transmisión de enfermedades, ya que proporciona una vía directa para que los patógenos se propaguen a través del contacto con manos contaminadas. Esta preocupación ha provocado la adopción generalizada de métodos de saludo alternativos, como chocar con los codos, los puños o incluso saludos sin contacto, como asentir o saludar.
Si bien estas alternativas pueden parecer menos formales o familiares, priorizan la salud y la seguridad públicas durante la pandemia. Sin embargo, a medida que aumentan las tasas de vacunación y disminuyen las tasas de infección, muchos se preguntan si el apretón de manos recuperará su prominencia anterior o si la sociedad adoptará un enfoque más cauteloso respecto del contacto físico.
La decisión de estrechar la mano o no se ha convertido en una elección personal, influenciada por la tolerancia al riesgo individual, las normas culturales y el nivel de riesgo para la salud pública en una región determinada. Algunas personas pueden sentirse cómodas reanudando los apretones de manos, mientras que otras pueden optar por saludos alternativos o pecar de cautelosos evitando el contacto físico por completo.
A medida que las sociedades navegan por el camino hacia la normalidad pospandémica, el futuro del apretón de manos sigue siendo incierto. Puede evolucionar hacia una práctica más selectiva, reservada para ocasiones específicas o reservada para personas que se conocen bien. Alternativamente, pueden seguir prevaleciendo saludos alternativos, lo que refleja una mayor conciencia del espacio personal y la higiene.
Independientemente de su destino final, el apretón de manos es un testimonio de la adaptabilidad humana y la naturaleza siempre cambiante de las costumbres sociales. Mientras las sociedades luchan por el equilibrio entre tradición y salud pública, el apretón de manos sirve como recordatorio de que incluso las prácticas más arraigadas pueden estar sujetas a cambios ante nuevos desafíos.