En general, el tipo de sustrato y la fuerza de la interacción entre el sustrato y el adsorbato determinarán la naturaleza de las interacciones electrónicas. Por ejemplo, si el sustrato es un metal, los electrones del adsorbato pueden transferirse fácilmente al metal, lo que da como resultado una fuerte interacción electrónica. Esto puede conducir a la formación de un complejo de transferencia de carga o incluso un enlace químico entre el adsorbato y el sustrato.
Por otro lado, si el sustrato es un semiconductor, la interacción electrónica entre el adsorbato y el sustrato será más débil. Esto se debe a que la banda prohibida de un semiconductor es mayor que la de un metal, por lo que es más difícil que los electrones se transfieran entre el adsorbato y el sustrato. Sin embargo, la interacción electrónica entre el adsorbato y el sustrato aún puede ser significativa y puede provocar cambios en la estructura electrónica del adsorbato.
La fuerza de la interacción electrónica entre el adsorbato y el sustrato también puede verse influenciada por la rugosidad de la superficie del sustrato. Una superficie rugosa proporcionará más sitios para que interactúe el adsorbato, lo que dará como resultado una interacción electrónica más fuerte. Esto se debe a que la rugosidad de la superficie aumenta la cantidad de átomos de la superficie que están disponibles para interactuar con los electrones del adsorbato.
En resumen, el sustrato puede tener una influencia significativa en las interacciones electrónicas de las moléculas adsorbidas en su superficie. El tipo de sustrato, la fuerza de la interacción entre el sustrato y el adsorbato y la rugosidad de la superficie del sustrato determinarán la naturaleza de las interacciones electrónicas.