También llamado síncope neurocardiógeno, el síncope vasovagal es el tipo más común de desmayo y ocurre cuando el nervio vago, que controla el corazón y los vasos sanguíneos, se activa ante ciertos estímulos, como ver sangre. Cuando esto sucede, el nervio vago ralentiza el ritmo cardíaco y dilata los vasos sanguíneos, provocando una caída repentina de la presión arterial. Como resultado, el cerebro se ve privado temporalmente de oxígeno, lo que provoca aturdimiento, mareos y desmayos.
Factores específicos, como el estrés emocional, la deshidratación y la ansiedad, pueden aumentar la susceptibilidad al síncope vasovagal. Además, ciertas afecciones médicas, como diabetes, enfermedades cardíacas y neuropatía autonómica, también pueden contribuir a un mayor riesgo de desmayos cuando se exponen a desencadenantes relacionados con la sangre.
Si bien los desmayos pueden ser alarmantes, el síncope vasovagal generalmente no es dañino y se resuelve por sí solo en unos minutos. En la mayoría de los casos, acostarse con los pies elevados por encima de la cabeza ayuda a restablecer el flujo sanguíneo normal y aliviar los síntomas. Sin embargo, si los episodios de desmayos son frecuentes o graves, es importante buscar consejo médico para una evaluación y tratamiento adicionales.