Vida en agua y barro:colombianos hartos de constantes inundaciones
Rosiris Berrio se mueve por su casa inundada, donde camas y muebles han sido colocados sobre un sistema de tablones elevados.
La familia Berrio se mueve por su casa sobre tablones elevados, sobre los que se han elevado sus camas y muebles, para evitar las aguas turbias que les llegan hasta las rodillas y que han invadido su modesta casa de ladrillo.
Por cuarto año consecutivo, la región de La Mojana, en el norte de Colombia, se ha visto inundada, ahogando cultivos y animales en una crisis que empeora y exacerbada por la deforestación y la minería.
Además de eso, un dique de sacos de arena destinado a proteger a los 500.000 residentes de las vastas llanuras, humedales y pantanos circundantes, se derrumbó el 6 de mayo, lo que desató un gran escándalo de corrupción en torno a esfuerzos de reparación defectuosos después de una brecha anterior.
Esto provocó que las aguas del contaminado río Cauca inundaran tierras de pastoreo de ganado y campos de arroz, lo que afectó a unas 32.000 personas, según la Oficina de las Naciones Unidas para la Coordinación de Asuntos Humanitarios.
"Todo se ahogó", lamenta Rosiris Berrio, que vive con su pareja y dos niños pequeños en el pueblo de La Sierpe.
Los pocos animales que quedan se balancean sobre tablas o se paran con los pies en el agua. "Se están muriendo. Esta agua es muy contagiosa", afirmó Berrio.
En casa, negocian el sistema de tablones. "Tropezamos, nos rascamos. Sin embargo, tenemos que continuar con nuestras actividades cotidianas", afirmó, añadiendo que no había recibido ninguna ayuda del Estado.
En otras partes del pueblo, los residentes viajan en canoa de una casa a otra. Los hogares más afortunados, donde el agua ha bajado, tienen que lidiar con el barro.