* El tipo de riesgo: Es más probable que algunos riesgos causen daños graves que otros. Por ejemplo, el riesgo de sufrir un accidente automovilístico es mayor que el riesgo de que le caiga un rayo.
* La probabilidad del riesgo: Es más probable que ocurran algunos riesgos que otros. Por ejemplo, el riesgo de enfermarse es mayor que el riesgo de sufrir un accidente aéreo.
* La gravedad del daño: Algunos riesgos pueden causar más daño que otros. Por ejemplo, el riesgo de morir de cáncer es mayor que el riesgo de resfriarse.
* Preferencias personales del individuo: Algunas personas son más reacias al riesgo que otras. Por ejemplo, algunas personas pueden estar dispuestas a correr riesgos que podrían provocar daños graves, mientras que otras prefieren evitar cualquier riesgo.
En última instancia, la decisión de cuánta protección es suficiente es personal y cada individuo debe tomarla por sí mismo. Sin embargo, al considerar los factores discutidos anteriormente, las personas pueden tomar decisiones más informadas sobre cómo protegerse de los riesgos.
A continuación se ofrecen algunos consejos adicionales para determinar cuánta protección es suficiente:
* Empiece por identificar los riesgos a los que se enfrenta. ¿Cuáles son las cosas que podrían causarle daño a usted o a sus seres queridos?
* Evaluar la probabilidad y gravedad de cada riesgo. ¿Qué posibilidades hay de que ocurra cada riesgo y qué tan grave sería el daño si ocurriera?
* Considere sus preferencias personales. ¿Qué tan reacio al riesgo eres? ¿Con qué nivel de protección te sientes cómodo?
* Hable con su médico o asesor financiero. Pueden ayudarle a evaluar sus riesgos y hacer recomendaciones sobre cómo protegerse.
* Recuerde, no existe una respuesta única para esta pregunta. La cantidad de protección suficiente variará según sus circunstancias individuales.