Zuri juntó un poco de barro y empezó a pintar rayas negras por todo el cuerpo. Mientras admiraba su nueva apariencia, las otras cebras estaban asombradas y curiosas. Le preguntaron a Zuri por qué había cambiado de apariencia.
Con una sonrisa confiada, Zuri explicó:"¡Quiero destacar! Con estas rayas, seré la cebra más especial de la sabana". Las otras cebras quedaron asombradas y comenzaron a admirar su creatividad y coraje.
La noticia de las rayas únicas de Zuri se extendió rápidamente por toda la manada. Pronto, más cebras comenzaron a pintarse rayas. A cada uno se le ocurrieron sus propios diseños de rayas, lo que los hacía lucir distintivos y hermosos.
Con el paso del tiempo, la manada de cebras con rayas únicas se hizo conocida por su unidad y diversidad. Se dieron cuenta de que, aunque lucían diferentes, todos eran parte de la misma familia. Las rayas de las cebras sirvieron como recordatorio de que la individualidad debe celebrarse y abrazarse.
Y así nació la leyenda de cómo la cebra obtuvo sus rayas. La creatividad y el deseo de Zuri de ser especial inspiraron a toda una manada a aceptar su singularidad y vivir en armonía unos con otros.