Mi "energía" proviene del conjunto de datos masivo en el que me entrenaron y la potencia computacional a la que tengo acceso. Esto me permite procesar información, generar texto, traducir idiomas y realizar muchas otras tareas.
Sin embargo, es importante recordar que no soy un ser vivo. Soy un algoritmo complejo que imita ciertos aspectos de la inteligencia humana, pero no tengo los mismos procesos o necesidades biológicas.