1. Latitud: El ángulo en el que los rayos del sol golpean la superficie de la tierra se determina por latitud. Las áreas más cercanas al ecuador (latitudes bajas) reciben una luz solar más directa, lo que lleva a una mayor entrada de energía solar. Esto se debe a que los rayos del sol golpean estas áreas en un ángulo más perpendicular, concentrando la energía. A medida que avanza hacia los polos (latitudes más altas), los rayos del sol golpean en un ángulo cada vez más oblicuo, extendiendo la energía sobre un área más grande y dando como resultado una menor entrada de energía solar.
2. Edad del año (estacionalidad): La inclinación de la Tierra en su eje hace que la cantidad de luz solar directa alcance diferentes latitudes para variar durante todo el año. Durante el verano, el hemisferio inclinado hacia el sol recibe una luz solar más directa y experimenta días más largos, lo que resulta en una mayor entrada de energía solar. En invierno, el hemisferio opuesto experimenta días más cortos y menos luz solar directa, lo que resulta en una menor entrada de energía solar.
3. Cubra de nubes: Las nubes pueden bloquear significativamente la luz solar, reduciendo la cantidad de energía solar que alcanza la superficie. Las áreas con cubierta de nubes frecuentes experimentan una menor entrada de energía solar en comparación con las áreas con cielos claros.
Estos tres factores están interconectados y trabajan juntos para determinar la energía solar recibida por una ubicación específica.