La quema de combustibles fósiles es el principal contribuyente a la contaminación del aire. Los combustibles fósiles (como el carbón, el petróleo y el gas natural) se queman para generar electricidad, impulsar vehículos y proporcionar calor, liberando contaminantes a la atmósfera durante la combustión. Estos contaminantes incluyen dióxido de carbono (CO2), óxidos de nitrógeno (NOx), dióxido de azufre (SO2), monóxido de carbono (CO), partículas (PM) y plomo. Además, algunos procesos industriales, como la fabricación, la minería y la producción química, también pueden liberar contaminantes nocivos a la atmósfera.