Para aclarar, el sol no es una superficie sólida como la tierra. Es una enorme y luminosa bola de plasma brillante con temperaturas que alcanzan millones de grados Celsius en su núcleo. Estas temperaturas extremas y las intensas fuerzas gravitacionales que prevalecen sobre el sol lo convierten en un entorno inhóspito para la vida humana y cualquier materia física tal como la entendemos en la Tierra.
A esas temperaturas, cualquier objeto, incluido el cuerpo humano, se desintegraría completamente en átomos individuales y partículas subatómicas. La intensa radiación solar y las poderosas fuerzas gravitacionales ejercerían fuerzas extremas sobre estas partículas, lo que hace que el concepto de "pesar" sea irrelevante en este contexto. En comparación con el entorno terrestre, las condiciones del sol son absolutamente incomparables y no pueden sobrevivir nada que se parezca a la sustancia terrestre.