A medida que el vehículo espacial desciende, se topa con capas de la atmósfera cada vez más densas, lo que provoca un aumento de la resistencia del aire. Esta resistencia hace que el vehículo desacelere y la energía cinética perdida durante este proceso se convierte en energía térmica. El efecto de calentamiento por fricción es particularmente intenso en el morro y en los bordes de ataque del vehículo, donde la presión y la temperatura del aire son más altas.
Para proteger la nave espacial y su carga útil de las temperaturas extremas generadas durante el reingreso, se emplean sistemas de protección térmica (TPS). Estos sistemas suelen consistir en materiales especializados, como escudos térmicos ablativos o placas térmicas reutilizables, que absorben y disipan el calor generado durante el reingreso. Estos materiales pueden soportar temperaturas extremadamente altas y están diseñados para evitar que la nave espacial se derrita o se desintegre.
En resumen, cuando un vehículo espacial reingresa a la atmósfera, su energía cinética se transforma en energía térmica debido a las fuerzas de fricción entre la superficie del vehículo y las moléculas atmosféricas. Los sistemas de protección térmica son cruciales para proteger la nave espacial del calentamiento excesivo durante el reingreso y garantizar la seguridad de la tripulación y la carga útil.