Fragmentación de ríos: Las represas pueden fragmentar los ríos, impidiendo que los peces y otros organismos acuáticos se muevan río arriba y río abajo. Esto puede alterar los patrones migratorios y dificultar que las especies se reproduzcan y sobrevivan. Por ejemplo, la construcción de la presa Glen Canyon en el río Colorado ha bloqueado la migración de varias especies de peces, incluidos el cacho jorobado y el lucio de Colorado.
Cambios en la temperatura y el caudal del agua: La operación de represas hidroeléctricas puede cambiar la temperatura del agua y el flujo de los ríos debajo de las represas. Esto puede afectar negativamente a los ecosistemas acuáticos y a las especies que dependen de ellos. Por ejemplo, la liberación de agua fría de las represas puede dañar a los peces y otros organismos acuáticos que están adaptados a temperaturas más cálidas.
Emisiones de gases de efecto invernadero: Las represas hidroeléctricas pueden emitir gases de efecto invernadero, como metano y dióxido de carbono, durante su construcción y operación. Estos gases contribuyen al cambio climático y pueden tener impactos negativos en la salud humana y el medio ambiente. Por ejemplo, se ha descubierto que el embalse detrás de la presa de las Tres Gargantas emite metano, un potente gas de efecto invernadero.
Impactos sociales y económicos: La construcción de represas hidroeléctricas puede tener impactos sociales y económicos en las comunidades locales. Estos impactos pueden incluir el desplazamiento de personas de sus hogares, la pérdida de medios de vida y cambios en las prácticas culturales. Por ejemplo, la construcción de la presa Sardar Sarovar en el río Narmada en India ha desplazado a miles de personas y ha causado importantes trastornos sociales y económicos.