Cuando la luz incide sobre un objeto, una parte se absorbe y otra se refleja. El color de un objeto depende de qué longitudes de onda de luz absorbe y qué longitudes de onda refleja.
Los colores oscuros, como el negro, absorben más longitudes de onda de luz que los colores claros, como el blanco. Esto significa que los colores oscuros reflejan menos luz y, como resultado, parecen más oscuros.
La energía luminosa absorbida se convierte en energía térmica, lo que hace que el objeto se caliente. Esta es la razón por la que la ropa de colores oscuros se siente más cálida al tacto que la ropa de colores claros.
Además, los colores oscuros tienden a tener una superficie mayor que los colores claros. Esto se debe a que los colores oscuros suelen estar hechos con telas más pesadas, que tienen una superficie más texturizada. La mayor superficie de la ropa de colores oscuros les permite absorber más luz y energía térmica.
Como resultado de estos factores, la ropa de colores oscuros absorbe más calor que la ropa de colores claros. Esto puede ser una desventaja en climas cálidos, pero también puede ser una ventaja en climas fríos.