Un televisor funciona utilizando un cañón de electrones para disparar electrones a una pantalla recubierta de fósforo. Los electrones excitan los fósforos, provocando que emitan luz. La intensidad y el color de la luz emitida depende de la energía de los electrones y del tipo de fósforo.
Este proceso de conversión de energía eléctrica en energía lumínica es el que nos permite ver las imágenes en una pantalla de televisión.