La relación entre la energía (E), la longitud de onda (λ) y la frecuencia (f) de una onda se puede expresar matemáticamente como:
$$E =hf$$
donde h es la constante de Planck.
Como la frecuencia de una onda es inversamente proporcional a su longitud de onda, podemos reescribir la ecuación como:
$$E =\frac{hc}{\lambda}$$
donde c es la velocidad de la onda.
De esta ecuación se desprende claramente que a medida que aumenta la longitud de onda (λ), la energía (E) disminuye. Por el contrario, a medida que disminuye la longitud de onda, aumenta la energía.
Esta relación tiene implicaciones importantes en diversos campos, incluidos la física, la óptica y la ingeniería. Por ejemplo, en óptica, explica por qué las longitudes de onda más cortas, como la luz azul y violeta, tienen mayor energía en comparación con las longitudes de onda más largas, como la luz roja y la infrarroja. De manera similar, en telecomunicaciones, es esencial comprender cómo se propagan las diferentes frecuencias de ondas electromagnéticas a través de diversos medios y cómo pueden usarse para diferentes aplicaciones.