El control del horario se refiere a la capacidad de un individuo para influir en su horario de trabajo, incluidas las horas de inicio y finalización, los descansos y los días libres. Cuando los empleados tienen un alto control de los horarios, tienen más autonomía y pueden gestionar mejor su tiempo para cumplir con sus compromisos tanto laborales como personales. Sin embargo, cuando el control del horario es bajo, los empleados pueden sentirse limitados y tener dificultades para equilibrar su vida laboral y personal.
Las investigaciones han encontrado que un bajo control del horario se asocia con niveles más altos de estrés entre el trabajo y la familia. Cuando los empleados carecen de control sobre sus horarios, pueden experimentar:
- Presión del tiempo: Sentirse apurado y tener dificultades para completar las tareas dentro del tiempo asignado.
- Conflicto de roles: Luchar por satisfacer las demandas de los roles laborales y familiares debido a limitaciones de tiempo.
- Falta de autonomía: Sensación de impotencia e incapacidad para tomar decisiones sobre el propio horario de trabajo.
- Conflicto vida-trabajo: Dificultad para separar el trabajo y la vida personal, lo que provoca agotamiento y reducción del bienestar.
Los empleados con poco control de horarios también pueden experimentar consecuencias negativas para su salud física y mental, como aumento del estrés, la ansiedad y la depresión.
Para mitigar estos efectos negativos y promover el equilibrio entre el trabajo y la familia, las organizaciones pueden implementar políticas y prácticas que mejoren el control de horarios de sus empleados. Esto puede incluir permitir acuerdos de trabajo flexibles, como horarios de inicio y finalización flexibles, opciones de teletrabajo y semanas laborales comprimidas. Al brindar a los empleados un mayor control sobre sus horarios, las organizaciones pueden ayudar a reducir el estrés entre el trabajo y la familia y mejorar el bienestar general de los empleados.