Los procesos de conversión de biomasa en gasolina implican la conversión de materiales de origen vegetal, como residuos agrícolas, biomasa leñosa o incluso algas, en gasolina. Esto se puede lograr mediante procesos termoquímicos, como la pirólisis o la gasificación, seguidos de la mejora catalítica del gas de síntesis resultante para producir gasolina de alta calidad.
Un ejemplo notable de vía de conversión de biomasa a gasolina es el proceso de Fischer-Tropsch. En este proceso, el gas de síntesis derivado de la biomasa se convierte en una mezcla de hidrocarburos, incluida la gasolina, mediante una reacción catalítica. La gasolina producida mediante el proceso Fischer-Tropsch es esencialmente gasolina verde, ya que se deriva de recursos renovables y tiene una huella de carbono menor en comparación con la gasolina convencional derivada del petróleo.
Otro enfoque para producir gasolina verde es el uso de electricidad renovable, como la energía solar o eólica, para impulsar la producción de hidrógeno y oxígeno mediante electrólisis. Luego, el hidrógeno y el oxígeno se pueden combinar en una celda de combustible para generar electricidad, o se pueden usar como materia prima para producir gasolina sintética mediante un proceso llamado reacción de Sabatier.
La gasolina verde producida a partir de fuentes renovables tiene varios beneficios potenciales. Reduce las emisiones de gases de efecto invernadero al reemplazar la gasolina de origen fósil, mejora la seguridad energética al diversificar las fuentes de combustible y crea oportunidades económicas en áreas rurales donde hay recursos de biomasa disponibles. Sin embargo, aún es necesario abordar desafíos como los altos costos de producción, la disponibilidad limitada de materias primas y los requisitos de infraestructura antes de que la gasolina verde pueda adoptarse ampliamente como una alternativa sostenible a la gasolina convencional.